En los últimos días he sido especialista en descubrir la cantidad de veces que las personas se quejan. Sin duda, todos fueramos millonarios si nos pagaran por cada queja emitida. Y no puedo dejar de responderme que, tanta inconformidad, proviene principalmente de nuestras frustaciones.
¿Cuántos de nosotros llegamos realmente a hacer lo que queremos hacer? ¿Cuántos de nosotros crecemos de la manera en que nos visualizamos desde pequeños? Y no hablo solamente del campo profesional, sino que también del espiritual, psicológico, emocional y afectivo. Y en la búsqueda de una respuesta a estas interrogantes básicas, aparece otra: ¿será acaso que solamente hacemos nuestro mejor esfuerzo? Yo creo que no.
A todos nos apasionan las historias fantásticas de personajes singulares que emprenden viajes difíciles, que vencen obstáculos, que al final de un largo y penoso recorrido logran lo que se han propuesto, o de mártires que mueren por un ideal o fin último. Y como espectadores, es fácil sentarse en la butaca del cine, acodomodarse el cojín del sillón de la sala, beber más café y pensar "pasa en las películas", "eso jamás me podría pasar a mí", "estoy bien donde estoy", cuando la realidad parece ser totalmente distinta.
Como joven y como mujer, se hace difícil encontrar apoyo y credibilidad para ciertos procesos en producción, es cierto. Se hace difícil encontrar "algo más" que tareas administrativas. Es la realidad.
Como estudiante y como mujer, dos veces me han negado oportunidad a becas. La primera, en mi bachillerato, luego de obtener buenos puntajes en la Paes y ser elegible para becas, mi institución destinó becas solo para niños en el área técnica. En la universidad, porque mi hermano estudiaba allí y aparentemente ambos podíamos pagar, también me dijeron que no. Una limitación educativa real. Y así muchos más.
¿Me ha detenido eso? No. Y como yo, muchas y muchos más. Cuesta, porque TODO en esta vida debe costar.
Y sí, soy quejosa, todos lo somos. Todos deseamos que la vida sea mejor, que cueste menos la comida, que bajen los precios de la gasolina, que trabajemos menos horas, que suban los salerios bla bla bla... quejas de todos los días, y al final, la gente hace y dice "es lo mejor que lo pude hacer", pero lo que verdaderamente creo es que no importa si tengo o no recursos, no importa tanto si tengo dinero o fondos, sino que lo realmente vital, es el pensar "cuántas ganas tengo de hacerlo", porque al final de todo, son las ganas las que mueven al mundo.
Tantas ganas tenés, tantas ganas hacen que te movás por todos lados y salgas a buscar. Y tanto lo deseás que al final, tenés más consciencia que lo podés hacer.
Lo peor que puede pasar es que te digan que no. Pero las ganas nadie te las quita.
Sí, es cierto.
Uno puede llegar a hacer lo que quiere.
Uno puede llegar a ser lo que puede.
Pero realmente, uno ES "eso" que tanto se limita.
La milla de más que no estamos dispuestos a correr.
OCT. 30. 2008 / San Salvador, El Salvador
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